lunes, octubre 13, 2008

SITGES 17- ANAMORPH


El thriller con asesino en serie hace tiempo que dejó de ser atractivo. Tal vez porque durante los noventa surgieron demasiadas peliculillas a la sombra de El silencio de los corderos o tal vez porque Seven arrasó como un tsunami con lo que pudiera quedar por contar sobre estos sistemáticos homicidas.
Desde entonces, con un flujo mucho más escuálido, nos han seguido llegando películas de este estilo pero prácticamente ninguna digna de mención. En realidad, quizá la última gran película sobre asesinos en serie sea precisamente Zodiac, con la que David Fincher demostró que después de Seven el único que podía aportar algo a ese subgénero era él mismo.
Por eso Anamorph no pasará a la historia tendrá que conformarse con ser otra más de asesino escurridizo que monta retorcidas escenas del crimen mientras atosiga al policía (con desorden mental incluido) que le persigue.
¿Se acuerdan de Copycat? Era aquella película con Sigourney Weaver de protagonista en la que interpretaba a una doctora especialista en asesinos en serie que sufría de agorafobia y que, debido a la aparición de una serie de asesinatos, debe ayudar a la policía a descubrir quién los comete ya que el modus operandi resulta muy parecido al de un tipo al que ella ayudó a encerrar.
Pues Anamorph viene a ser lo mismo. Aquí no hay doctora pero si hay un profesor de criminología y además policía (interpretado por Willem Dafoe) que dio por cerrado un caso sobre un asesino en serie cuyos crímenes parecen haber vuelto a hacer presencia en la ciudad, y como en Copycat, él mismo se ve involucrado en ellos al encontrar en las escenas del crimen algo así como notas que solamente él puede identificar.

Ante tan conocido derrotero narrativo lo único que salva a Anamorph de formar parte de la legión de films con idénticas credenciales es precisamente su puesta en escena. Gracias a la buena labor de su director y a su gusto malsano a la hora de diseñar las escenas de los crímenes (realmente impresionantes) la película deja un poso de autenticidad que la hacen merecedora de al menos un visionado.
Baste decir, y no revelo nada, que muchas de esas notas que el personaje al que da vida Willem Dafoe va recogiendo, debe de extraerlas interactuando con la propia escena del crimen, la cual siempre funciona como una obra de arte que debe ser contemplada desde un punto de vista distinto al que parece normal.

No es demasiado pero al menos nos da esperanza sobre la posibilidad de volver a ver alguna película de peso sobre esta misma materia. Total, si Surveillance, de Jennifer Lynch, ha acabado ganando el Festival de Sitges de este año, será que tal vez aun se puede exprimir más esa teta.

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