domingo, agosto 31, 2008

EL CABALLERO OSCURO; BATMAN VS BATMAN


Ir al cine con buenas expectativas es mala cosa. Ya se sabe. Uno se espera el oro y el moro y al final se queda todo en un “pues no ha estado mal pero no era para tanto”. Por eso cuando entré en la sala y me senté en la butaca a la espera de que diera comienzo “El caballero oscuro” sabía que lo más importante era olvidarme por completo de todo lo que había oído o leído sobre ella. Sobretodo de aquello de que “se trata de la mejor película sobre superhéroes que jamás se ha rodado”.
Pero olvidarse de todo eso es realmente difícil. Así que no me quedó más remedio que asistir al espectáculo que Christopher Nolan me servía calibrando constantemente su nivel y su calidad. Comparando una y otra vez las secuencias que pasaban ante mis ojos con las de otras películas y preguntándome a mi mismo si realmente lo que tenía ante mis ojos era la obra maestra que se suponía.

Seamos sinceros. El caballero oscuro es una buena película. O muy buena si se quiere. Y os remito a mi mismo artículo a cuenta de la calidad de las películas para que entendamos de qué hablo. No obstante, el propio Nolan se puso el listón muy alto cuando aceptó encargarse de la revisitación del personaje de Batman en “Batman begins”. Tal vez porque nadie se esperaba algo tan bueno, lo cierto es que aquella película sorprendió a propios (los aficionados a los superhéroes) y a extraños (los que no lo somos ni a superhéroes ni a los cómics en general).
La tarea que Christopher Nolan tenía por delante no era nada fácil. El precedente de Batman (Tim Burton) era una sombra alargada que tan solo admitía comparación con la secuela que él mismo llevó a cabo (Batman vuelve) y que, según que fuente se consulte, fue un auténtico fracaso o una obra que superaba el original. En cualquiera de ambos casos tanto la una como la otra se han mantenido siempre a años luz del resto de secuelas que empobrecieron hasta la putrefacción la saga del hombre murciélago.
El film de Tim Burton supuso además un pistoletazo de salida para que en Hollywood se comenzara a mirar hacia los cómics como una fuente de inspiración para el cine y, aunque una década más tarde, esa mirada se ha transformado en una miríada de adaptaciones que no nos dejan de llegar, a pesar de la ínfima calida que presentan muchas de ellas (Los cuatro fantásticos, El castigador, Juez Dredd,…).
Pero qué diferentes eran aquellos tiempos de estos. Sin el “Parque Jurásico” de Spielberg aún estrenado, la tarea de Tim Burton era la de trabajar una puesta en escena que nos sumergiera a todos en la oscuridad de Gotham city sin poder jugar la carta de unos alucinantes efectos especiales. Incluso entonces, las maquetas de la ciudad sobrevolada por la batnave o la destrucción de la fábrica del Joker con el batmóbil resultaban evidentes. ¿Pero qué importaba? La dirección artística, el diseño de producción, la inolvidable música de Danny Elfman, la destreza de Tim Burton en la planificación y un ritmo adecuado a la acción de entonces eran suficientes. El goticismo que impregna los fotogramas de aquel primer Batman perdurarán para siempre en nuestra memoria, a pesar de que revisionarla hoy sea una tarea algo árdua.
Este era el muro que debía romper Batman begins y contra el que se estrellaron todas las continuaciones que se hicieron de aquel primer Batman. ¿Qué hizo Nolan? Decidió que no haría una película de superhéroes. Aprovechó que Batman carece de superpoderes para aproximar su película mucho más a la realidad que conocemos, desechando también una imagen demasiado oscura de la ciudad de Gotham que, en definitiva, es bastante parecida a cualquier gran urbe de los Estados Unidos actual (no olviemos que el Batman de Tim Burton tiene un aire retro a los años cincuenta; indumentaria, vehículos, armas,…). Nos presentó a un Batman torturado, no por haber asistido al asesinato de sus padres (como ocurre en la versión de Tim Burton) sino por ser incapaz de evitarla. Un hombre consumido por el miedo y la necesidad de venganza, que necesita canalizarla aunque sea de un modo esquizofrénico, dividiendo su personalidad en dos (muy al estilo de las anteriores películas de Nolan cuyos protagonistas siempre tienen problemas de identidad: el vengativo protagonista de “Memento” que no sabe que sus fracturados recuerdos le fabrican enemigos en un laberinto del que es incapaz de salir; los magos de “El truco final” que son la cara y la cruz de la misma moneda, que además se desdobla en forma de hermanos gemelos en un caso y de clones en el otro).
De esta manera Nolan construye una película más cerca del thriller de acción que del film de superhéroes. Y si en “Batman begins” aún tenía el lastre de la creación del héroe (la parte del film que más cerca se encuentra de la estructura de un film de superhéroes), en “El caballero oscuro” ya se encuentra totalmente libre de esta atadura. Nótese que ni siquiera se molesta en explicar de donde procede el Joker, del que tan solo da unas confusas reseñas pero cuyo origen permanece oculto (al contrario que en el film de Tim Burton).

El caballero oscuro, comienza con un atraco. Los atracadores van maquillados como payasos y, como sabemos que el malo de ésta es el Joker, asumimos que se trata de un golpe perpetrado por él. Sin embargo, estamos hartos de ver películas con atracos en las que los atracadores se disfrazan o enmascaran con aspectos aún más grotescos y que nada tienen que ver con los films sobre superhéroes (Le llaman Bodhi, por ejemplo). Así que esa primera secuencia no nos aproxima demasiado al mundo del cómic (como ocurre con Iron Man, por cierto).
El film se desarrolla en una trama que bien podría ser deudora de las películas de mafiosos tipo Scorsesse y de las de “vigilantes” al estilo Charles Bronson en partes iguales. Un grupo de capos del crimen organizado se plantea como librarse de un tipo que actúa al margen de la ley pero que les causa más daño que la propia policía, a la que tienen, en su mayoría, comprada. Y aquí es donde aparece el Joker.
Nada tiene que ver este personaje con el que interpretara Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton. El Joker de Nolan es un desequilibrado en busca de su némesis. Como explicaba Night Shyamalan en su mejor película (El protegido), cuando el Joker conozca quién es Batman podrá saber quién es él.
A partir de aquí toda la película no es sino un juego del gato y el ratón en el que el Joker tienta de todas las formas posibles a Batman para que revele su identidad. El propio Joker comenta en más de una ocasión de donde provienen sus cicatrices (lo que le hace ser quién es) y nunca da la misma explicación. Probablemente ni siquiera él lo sabe. Es por ello que necesita saber qué ha hecho de Batman lo que es. Entrar en su mente es el objetivo del Joker y para ello, no duda en secuestrar, asesinar, mutilar, robar, etc…
El Joker de Tim Burton pretendía hacer suya la ciudad; deshacerse de los mafiosos para gobernar él Gotham. El Joker de Nolan, como él mismo dice, no tiene un plan. ¿Acaso tiene cara de tenerlo? Es un hombre perdido, con tendencias criminales obvias, pero incapaz de saber por qué actúa de la forma en que lo hace. Racionalizar sus crímenes es absurdo. En algún momento de la película se refieren a él como un terrorista, sin embargo, es mucho peor que eso. Por extrañas o inconsistentes que pueda parecernos las motivaciones de los terroristas para justificar sus actos, no hay duda de que ellos creen que lo que hacen es un medio para conseguir un fin. Pero el Joker es el terrorista por definición, aquel que únicamente pretende causar el terror. Tanto es así que una de sus acciones resulta sospechosamente parecida a la del célebre Jigsaw, terrible asesino en serie de la saga Saw (me refiero a la secuencia en que deja en mano del pasaje de dos barcos el destino de destruir uno de los dos navíos antes de que ambos vuelen por los aires).

Nolan plantea también una subtrama interesante sobre la corrupción moral, para lo cual hace uso del personaje de Harvey Dent, político incorruptible que hace que incluso Batman se plantee colgar el traje, pero cuyos principios se vendrán abajo al ser mutilado y perder al tiempo a su amor. Ello le convertirá en “Dos caras”, un personaje de siniestro aspecto que decidirá el destino de sus adversarios con la única fórmula que realmente le parece justa: el azar.
Si no fuera por el grotesco aspecto de este personaje tendríamos otro individuo prototípico de los thrillers convencionales. Como sin duda también lo es el comisario Gordon, el único policía decente en una comisaría en la que no sabes de quién fiarte.

En definitiva, Nolan sabía que al hacer “Batman begins” debía superar el Batman de Tim Burton y para ello tiró por la calle del medio, olvidándose de remakes y trazando una historia que situara al personaje principal mucho más cerca de un vulnerable héroe de acción que de un superhéroe de cómic. Y ahora, con la prueba anterior superada y teniendo como medida de éxito su propia película, vuelve a utilizar la misma estrategia separándose aún más (casi completamente) de los lugares comunes de las películas de superhéroes.
Su Gotham es muy real, sus delincuentes están en nuestras calles, sus mafiosos son los mismos que vemos en la televisión, sus policías nos saludan desde las noticias, sus políticos discuten en nuestro parlamento. Su Joker y su caballero oscuro son nuestro miedo y nuestra esperanza. Irracionales. Enmascaradas. Pero muy reales.

lunes, agosto 04, 2008

DOOMSDAY; APOCALIPSIS POSTMODERNO


Pocas ideas han resultado más rentables para el cine reciente que la de ponerle tetas a Indiana Jones. Desde que apareció el primer videojuego de Tomb Raider con la curvilínea Lara Croft corriendo, saltando y, sobretodo, gateando, no han parado de surgir heroínas sexis que más tarde o más temprano han dado su salto a la gran pantalla, o han sido creadas directamente para ella. ¿No había heroínas antes? Sí. Probablemente los mejores ejemplos los encontraríamos en las películas de James Cameron donde, de alguna manera, ya se comenzaba a intuir un cambio de rumbo en el aspecto que debía adoptar el futuro héroe de acción. Tanto Sarah Connor, la protagonista de la saga Terminator, como la teniente Ripley (especialmente en Aliens, el regreso) apartaban al héroe musculitos y machito de turno para erigirse en las auténticas salvadoras del mundo. El problema era que Cameron las equiparaba de una forma total al cánon masculino de héroe haciendo desaparecer casi por completo su feminidad. La Sarah Connor de Terminator 2 es un bloque de hielo fibrado y mortal. La Ripley de Aliens ya no es la vulnerable damisela de la primera hora de Alien pero tampoco la aguerrida superviviente de la segunda y última hora. Cameron la transforma en la más dura de los marines manteniendo únicamente el punto femenino al compararla con una auténtica machorra que incorpora al destacamento que protagoniza el film (la teniente Vasquez).
Ahora, realizar una película de acción y aventura, o incluso de terror, con una mujer que no sea al mismo tiempo un arma letal y una belleza escultural, es sencillamente impensable. Desde la ya mencionada Lara Croft, pasando por Aeon Flux, Bloodrayne, Underworld, Serenity, Ultraviolet, Sr. y Sra. Smith, Resident evil, Los Angeles de Charlie o la inminente Wanted, todas ellas disponen como principal baza de una chica de armas tomar. Los tiempos de Schwarzenegger, Van Damme o Steven Seagal han pasado. De tanto en tanto trata de abrirse camino un nuevo supermacho como Vin Diesel o Jason Statham pero a duras penas han conseguido llamar la atención y en el fondo no dejan de ser la excepción que confirma la regla.
Y así llegamos hasta Doomsday, la película que nos ocupa hoy. ¿Y de qué se trata? Pues del pastiche postmoderno llevado a la enésima potencia. Es decir, un cúmulo tal de referencias a películas más o menos modernas que permite al espectador cinéfilo estar casi en sonrisa constante al irlas reconociendo; Rescate en Nueva York, 28 días después, Mad Max,… son probablemente las más evidentes.
La trama, no está exenta además de una cierta dosis de crítica política. Ese Reino Unido que, ante la amenaza de un contagio, da la espalda a sus propios conciudadanos del norte del pais (los escoceses) encerrándolos tras un muro para que mueran a pesar de ponerse en contra a toda la comunidad internacional.
Todo el argumento de la película se desarrolla a partir de aquí, cuando años más tarde, habiéndose propagado el virus más allá de las fronteras de ese muro, el gobierno envía a un grupo de soldados en busca de una posible cura, capitaneados éstos por la heroína de turno (de ahí los primeros párrafos de esta entrada) que resulta ser además una freak (le falta un ojo y lleva una especie de cámara en su lugar) escocesa de las pocas que quedó en el lado británico del muro cuando éste se cerró.
Yo debo confesar que, a pesar de la escasa originalidad de la propuesta, el director Neil Marshall consigue sacar oro de ella. Al menos en algunos momentos. Prácticamente me dieron ganas de aplaudir en la sala cuando, ante una escena en la que un grupo de neopunks caníbales están cocinando a un tipo, se hace sonar uno de los temas más conocidos de Fine Young Cannibals.
Peleas, tiroteos, persecuciones y demás parafernalia están rodadas de forma magnífica a pesar de contener un halo de serie b en el que todo el mundo parece sentirse comodísimo y que, lejos de disimularse, se potencia. Si el prólogo de la película parece invitarnos a tomarnos la propuesta con seriedad, Marshall se encarga rápidamente de hacernos entrar en el sendero correcto con ese ojo-cámara del que hablaba antes. Y una vez ya sabemos a qué atenernos no podemos sino disfrutar con este carrusel de violencia y adrenalina casi constante que tan solo se ve frenado, en mi opinión, en la larga secuencia del castillo medieval. Un pretendido punto sorpresa que se echó a perder con los trailers del film y que, después de una charla con el personaje que interpreta Malcolm McDowell, no busca más que meter a la protagonista en una especie de Justa con un caballero armado con una maza de desenlace más que previsible. Lo cual aún justifica menos su duración.
Aunque con un final algo críptico, en el que no se sabe si el director pretende abrir una nueva franquicia, o reafirmar el personaje de la protagonista como una hija de Escocia que se reconoce como freak entre los despojos que quedan de su tierra, la película se disfruta y como entretenimiento no tiene desperdicio (salvo los ya comentados). Por eso os animo a que la veáis y me digáis qué os ha parecido. Y conste que he dicho que la veáis, y no necesariamente que vayáis al cine. Que no quiero que me digáis luego que os gastasteis el dinero y no os hizo gracia.