viernes, octubre 28, 2011

LA COSA; Precuela, puesta al día y homenaje todo en uno

Sé que yo soy humano. Y sé que algunos de vosotros también lo sois, porque si no os echaríais encima de mí ahora mismo y me mataríais. (Mc Ready [Kurt Russell], “John Carpenter’s, The thing”, ……)

Cuándo John Carpenter pudo dar el salto a la “serie A” o, por expresarlo de una forma más acertada, a las producciones de gran presupuesto, lo hizo con la puesta al día de una película de los años 60 dirigida por Christian Nyby y un inesperado (por la condición fantastique de la propuesta, inédita en su carrera) Howard Hawks, “El enigma de otro mundo, (The thing from another world,1951)”. El resultado, en términos de público y crítica, fue catastrófico. Víctima de los amplios recursos con que pudo contar, el director pareció mucho más interesado en dotar de un realismo impactante a los efectos especiales y de maquillaje que salpicaban la película, que a apuntalar un guión demasiado mecánico o a medir mejor los tiempos del suspense, como sí había hecho en sus anteriores y mucho más modestos trabajos como “La niebla (The fog, 1980)”, por ejemplo. Hoy en día, tanto la crítica especializada como la mayoría del público aficionado al género, sabe que lo expuesto en el párrafo anterior es una falacia y que "La cosa (John Carpenter’s, The thing, 1982)” no es solo una de las mejores películas de su director sino una cumbre del fantástico de los ochenta y una referencia para muchas películas posteriores. No obstante, esta disparidad de criterios en el tiempo deja muy claro que cada película es víctima de su época y que la opinión, ya sea de público o de crítica, se puede manifestar de modos muy distintos a tenor de las circunstancias (de todo tipo) en la que se visiona un determinado film. Con el estatus de clásico entre manos hacía ya años que se venía hablando de aprovechar la franquicia (término que incluso hoy aún le viene grande al film) para lanzar una secuela, continuación o cualquier tipo de película que pudiera ser relacionada con la de Carpenter aunque fuera de forma tangencial. El propio Carpenter fue relacionado con una posible continuación pero, quizá alarmados ante la posibilidad de que se repitiera el fracaso comercial al estar el nombre del director ligado indefectiblemente a productos de bajo presupuesto, fue apartado antes de que llegara a concretarse ningún proyecto. Por otro lado, hace cerca de diez años tuvimos ya la posibilidad de vivir una secuela de la película en formato de videojuego pero, una vez más y como si se tratara de un proyecto maldito, su lanzamiento no tuvo la repercusión esperada, postergándose de nuevo su vuelta a los cines. Con este peso encima, los responsables de la nueva “The thing” tenían un hueso muy duro de roer si querían contentar a los fans del film de Carpenter (su público asegurado) y al mismo tiempo atraer a una nueva generación de espectadores a esta informe mezcla de ciencia ficción y terror psicológico. En estos tiempos que vivimos de remakes y reboots cualquiera de las dos opciones era posible, ahora que una secuela quizá llegara demasiado tarde y que el público más joven no conectaría con la propuesta al no haber visto aún el film original. Aunque un remake situaría a los responsables del film en el punto de mira de los incondicionales de Carpenter que no les perdonarían una pifia, un reboot les obligaría a desmantelar todo el trabajo previo que, de alguna manera, era el que dotaba al film de originalidad y personalidad propias distinguiéndolo de otras producciones que habían intentado la misma combinación y habían caído en el olvido. Así pues, la opción elegida ha resultado ser una precuela que mezcla ambas; un reboot en cuanto a personajes y enfoque, y un remake a nivel de trama y de “copia” de determinadas secuencias clave de la película original. El film, que como indicaba es argumentalmente una precuela de la película de Carpenter, comienza con la protagonista, la doctora Kate Lloyd (Mary Elizabeth Winstead), siendo invitada a participar de un descubrimiento de gran importancia, llevado a cabo por los integrantes de una base noruega en la Antártida. La doctora, una vez trasladada allí y comprobando que dicho descubrimiento es de carácter alienígena, tratará de persuadir a todos de que tomen las suficientes medidas de seguridad, más aún a partir del momento en que la criatura encontrada en el hielo muestra claros signos de hostilidad y una increíble capacidad para “sustituir” a cualquiera de los miembros de la base. Ignorando en gran medida los procedimientos sugeridos por la doctora, “la cosa” tratará de ocultarse en unos y otros a la espera de no ser descubierta haciendo escampar la paranoia entre los miembros de la base que ya no sabrán de quién fiarse. La novela de la que parte la historia original y a la que remiten las tres películas, la de Nyby/Hawks, la de Carpenter y la que nos ocupa hoy, lleva por título “Who goes there? (John W Campbell,)” cuya traducción vendría a ser “¿Quién anda ahí?”. Creo que el título resume por si solo cuál es el espíritu que debe impregnar la historia: desconfianza, sospecha, suspense, miedo… Si a partir de ello entramos a valorar cuál de las películas hace mejor el trabajo encontraremos opiniones para todos los gustos. A mí, particularmente, la combinación de desconfianza y paranoia con las explosiones de violencia y gore del film de Carpenter no me parecen haber sido superadas por las de la presente película. Ni siquiera igualadas. Y eso que en cuanto a efectos la película que nos ocupa cuenta con la socorridísima baza del CGI que, según dicen, hace mucho más creíble cualquier efecto que se quiera representar en una película. Con todo respeto, a mí me parecen mucho más auténticos aquéllos maquillajes, que quizá por su plasticidad y su naturaleza física real encajan mucho mejor con las múltiples metamorfosis y el carácter informe de la criatura que se pasea por la película, que los muy sofisticados efectos digitales de la versión actual que resultan demasiado “artificiales” y limpios como para dotar a la criatura de la fisicidad necesaria. Respecto al tema concreto de la paranoia que, como ya indicaba es central en la trama, creo que igualmente acaba perdiendo la actual película. Si bien es cierto que introducir el concepto de duplicación de cuerpos ”con mejoría” (lo cual da lugar a las pruebas de los empastes o al curioso detalle de la prótesis metálica desechada) es un acierto para la verosimilitud que hoy se le piden a todas las propuestas de fantástico (algo un tanto absurdo y que se está llevando al paroxismo, si me lo permiten), ninguna de las situaciones a las que da lugar este descubrimiento consigue superar el ambiente conseguido en el film de Carpenter con recursos mucho más simples (el perro entrando en una habitación sobre la que vemos proyectada la sombra de un personaje cuya identidad desconocemos pero que sabemos será el primer “personaje cosa”, el hallazgo de unos calzoncillos con sangre que solo pueden pertenecer a unos determinados hombres, la destrucción de las bolsas de sangre a la que solo tienen acceso unos pocos personajes,… o la antológica prueba de la sangre a la que son sometidos todos los supervivientes por el protagonista, McReady (Kurt Russell), y que deja claro que “la cosa” no es solo una o varias personas sino cada una de sus partes; hay una cosa en cada gota de sangre expuesta, en cada célula… Además, y pasado el ecuador de la película de Carpenter, la paranoia da lugar a un dilema ético de supervivencia que se resume en la frase con la que comienzo este post extraída directamente de la película; ahora que McReady ya sabe a lo que se enfrentan, que sencillo sería, teniendo a todos sus compañeros delante acabar con ellos, saber a ciencia cierta de ellos es ya humano sería la solución. Por desgracia, la astucia de “la cosa” le impide certificar si aún hay amigos delante de él y debe continuar invirtiendo tiempo en desenmascarar a los posibles impostores… Pero aunque el film de Matthijs van Heijningen Jr. fracase en la comparación con el clásico no debemos por ello condenarlo a la quema como si careciera de mérito alguno. Es cierto que cae en muchos de los tópicos de toda producción hollywoodiense de género ( a mi entender el peor de todos el haber de introducir a una protagonista americana en la función, algo totalmente absurdo si se toma la película como precuela de la original en la que en ningún momento se mencionaba a ningún compatriota en la destruida base noruega y que los responsables del film pretenden esquivar de forma pueril haciendo que ésta termine su viaje en un vehículo oruga a kilómetros de allí), un abuso de los FX en detrimento de una profundidad dramática y argumental (especialmente a la hora de no cortarse en mostrar los interiores de la nave espacial y sus excelencias tecnológicas) o el insinuar una posible relación amorosa entre la protagonista y otro americano (sí, sí, otro más que los noruegos deben ser muy fríos) en la base, al que da vida Joel Edgerton. Y pese a todo lo dicho acierta a la hora de reivindicar el espíritu de la historia original repitiendo/actualizando algunos de aquellos momentos (la secuencia de los empastes antes mencionada, la autopsia en la que se descubre la duplicación,…). Pero sobre todo, en lo que más da en la diana y reconoce, de forma implícita, la impronta del film de Carpenter, es en la cantidad inmensa de situaciones y momentos en los que ata cabos con aquella película, regalándonos muchos planos cuya correspondencia, si bien no aportan gran cosa a nivel argumental a quien ya ha visto la original, sí nos hacen sonreír y valorar un cierto nivel de homenaje en la propuesta actual (la banda sonora que repite el soniquete percusionista de la compuesta en su día por Ennio Morricone, los parajes nevados y las horribles mutaciones de la criatura como contexto “lovecraftiano”, la atmósfera siniestra en la que se va sumergiendo poco a poco la base noruega con ese sarcófago de hielo vacío, el científico suicida en la silla con las estalactitas de sangre colgando de su cuerpo y, sobre todas ellas, la abominable figura de aquella doble cara separándose o uniéndose en una amalgama de brazos y piernas cuyo resultado final queda carbonizado y congelado a la vez por los efectos del, siempre útil, lanzallamas y el frío polar que va penetrando poco a poco en la base hasta hacerse con ella.

miércoles, octubre 12, 2011

MELANCHOLIA; Una genialidad de Lars Von Trier


Con Lars Von Trier sucede que acaba siendo más criticado él mismo que sus propias películas. Porque es un rarito, uno que se cree más listo que los demás, que va de artista, y en los últimos tiempos lo que faltaba para el duro: que hace bromas con el nazismo... ¡Uhhhh, que feo…!
Está claro que a él le va lo de llamar la atención y lo hace incluso de las maneras más insospechadas. ¿Por qué? Sinceramente me importa un pito. Igual que lo que se diga de Mel Gibson o de cualquier otro cineasta acerca de su vida privada. Lo único que debe importarnos aquí son sus películas y, en el caso de Von Trier, hay mucho de lo que hablar. Tanto que ahora mismo puedo certificar que es la mejor película que he visto en todo lo que llevamos de Festival y, dudo que me equivoque, probablemente sea también la mejor que hay a concurso.

De la palabra “melancolía” el diccionario de la Real Academia Española dice lo siguiente:

melancolía.
(Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολία, bilis negra).
1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.
2. f. Med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.
3. f. ant. Bilis negra o atrabilis.

La película del director danés está dividida en dos partes centradas cada una de ellas en una de las dos hermanas protagonistas y como se enfrentan a un momento decisivo en sus vidas. En la primera parte el personaje que interpreta la actriz Kristen Dunst acaba de casarse y se dirige con su marido (interpretado por el vampírico Alexander Skarsgaard) a la enorme mansión en la que su hermana (Charlotte Gainsbourg) y el marido de ésta (Kiefer Sutherland) les han preparado una fiesta de bodas de lujo. Sin embargo y, después de que la novia se fije en una extraña estrella roja en el firmamento, su comportamiento se volverá errático y no tardará en dar la sensación de no sentirse cómoda en su papel de recién casada, lo cual causará todo tipo de desencuentros con muchos de los invitados (su hermana, su cuñado, su madre, su jefe, su propio marido,…). Toda esta primera parte servirá a Von Trier para retratar, en un ritual tan extendido en el mundo (aunque las formas varíen mucho de un lado a otro) como el del matrimonio, cuán estúpidas resultan muchas de las actitudes que nos vemos obligados a tomar en determinados momentos de nuestra vida. En definitiva, de qué manera más tonta perdemos el tiempo en seguir normas autoimpuestas cuando podríamos estar disfrutando la vida a nuestra manera y cada segundo como si fuera el último.
En la segunda parte de la película, con la celebración ya terminada de forma abrupta, la cámara pasará a centrarse en la hermana de la novia. Ahora que ya se sabe que la hermosa estrella del principio es en realidad un planeta que se acerca amenazadoramente hacia La Tierra, cada uno de los personajes (que en esta segunda mitad son solo cuatro: las dos hermanas, el cuñado y su hijo) se enfrenta a la posibilidad de ser destruido de distinta manera. A la mística fascinación del personaje de Dunst se opone el miedo a la muerte de su hermana o a la ciega certeza científica del personaje que interpreta Sutherland quien está convencido de que no sucederá nada malo. El hijo de éstos, como niño que es, afronta la situación de un modo u otro según con quién se encuentra pero sin entender muy bien qué es lo que está pasando.
Y todo eso podría ser el resumen del fondo. Pero, ¿qué hay de la forma? Bueno, que se pongan a temblar todos los detractores de “El arbol de la vida” de Terrence Malick. ¡¡Sí, la película comienza con diez minutos de música e imágenes!! Rápido, avisemos a los multisalas. ¡Que devuelvan el dinero si no me gusta! Sale gente famosa en el póster y quiero verles pegando tiros, haciendo bromas o enseñando las tetas.
Tranquilos todos. Superados esos diez minutos (preciosos, por cierto) menos tiros hay de todo en la película. Claro que todo ello retratado con un estilo y un arte que no estamos acostumbrados a ver en una película de gran tirón comercial. Así pues, las bromas que se dirigen unos a otros en la boda son cáusticas y resultan incómodas por lo que tienen de real y de deja vous para cualquiera que haya pasado por una experiencia similar. Los desnudos, todos ellos de Dunst, sirven para incrementar aún más la intensidad de su interpretación en dos momentos claves de la película (cuando se encuentra totalmente hundida por haber fallado a todos en la celebración de la boda y cuando, ya recuperada, decide afrontar el fin del mundo dándose un baño de luz extraterrestre nocturna).
En medio de todo esto el danés tiene ocasión de insistir sobre su peculiar forma de entender a los hombres y las mujeres y sus relaciones como ya hizo en “Dogville” o en la más polémica y expeditiva “Anticristo”. Los hombres vuelven a ser representados como seres excesivamente racionales movidos únicamente por la necesidad de controlar cuanto sucede a su alrededor, ya sea a los demás o incluso a los fenómenos de la naturaleza. Las mujeres, en cambio, se muestran como seres sensitivos que se dejan llevar por sus impulsos lo cual las hace impredecibles y caóticas.
No tenemos por qué estar de acuerdo con ello pero ese parece ser su discurso una vez más.

Como ocurre con otras dos películas presentadas en el Festival de este año, “Another Earth” en clave de drama social y “Extraterrestre” de Nacho Vigalondo en comedia, “Melancholia” parte de una premisa propia del cine de ciencia ficción catastrofista para montar un drama épico en el que lleva a cabo un estudio de personajes sensacional sin tener que recurrir a la fragmentación de las películas corales. Y lo hace además permitiéndose licencias artísticas absolutamente avasalladoras que nos hacen pensar que todo aquello del Dogma no era sino una broma de mal gusto. Secuencias rodadas en cámara superlenta, música clásica atronando en los momentos más dramáticos y una sensibilidad que hace inolvidables a todos los actores que se pasean por el film.

Obviamente no se trata de una película sencilla y a cualquiera que sea incapaz de ver nada más profundo que el agujero de su culo no se la recomiendo. He dicho.

lunes, octubre 10, 2011

INTRUDERS; Fresnadillo nos falla


Antes de que comenzara la sesión premiere de Intruders, su director Juan Carlos Fresnadillo, subió a la tarima y nos dirigió unas palabras. Todo lo que dijo, que no fue demasiado, se puede resumir en la siguiente frase que él mismo pronunció: “más que una película de miedo es una película sobre el miedo”. De esta manera Fresnadillo otorgaba a su film un cierto nivel ensayístico y prevenía a aquellos que hubieran venido a disfrutar de una simple y llana película de terror al uso. Debo decir que no esperaba menos de su trabajo pues hasta ahora el director canario no me ha defraudado con ninguno de sus trabajos. Pero la clave de ésto último está en el “hasta ahora”.
“Intruders” explica dos historias en paralelo que parecen desarrollarse a la vez conectando así a dos familias, una americana y otra española, distanciadas miles de kilómetros a través de un mismo suceso: el niño de la familia española que vive con su madre es atacado por las noches por un extraño ser encapuchado y, por su parte, la niña de la familia americana es igualmente visitada por el mismo monstruo.
Ambas historias se desarrollan por separado y tienen como único nexo común la citada criatura lo cual coloca al espectador ante un misterio. ¿Por qué les sucede lo mismo a los dos? Sería aceptable y carecería de todo interés que a cada uno de los niños les visitaran monstruos distintos pero, el que ambos sean aterrorizados por la misma criatura que además es bautizada por los dos chavales como “Carahueca”, hace que el espectador se pase toda la película buscando la conexión.
Por desgracia, este juego no es suficiente como para hacernos mantener el interés durante los cien minutos que dura la proyección. El guión, que tiene como único lugar en el que apoyarse la curiosidad que pueda despertar dicho misterio, se vuelve mecánico y repetitivo manejando siempre el mismo esquema: el monstruo visita al niño español, la madre se desespera y busca ayuda, el monstruo visita a la niña americana, el padre la defiende, y otra vez con el niño y así sucesivamente. Obviamente en cada visita el ataque es más intenso y la tensión creciente pero la repetición de escenarios y situaciones no está llevada con suficiente inventiva y al final cansa.
La entrada de un elemento fantástico en el seno de una familia con problemas y cuya lucha contra dicho elemento servirá para unirles es algo en lo que M. Night Shyamalan es un experto. Ha hecho de ello la base argumental de toda su filmografía (incluso de la criticadísima “The last airbender”) y quién sabe qué hubiera sido de este mismo guión si hubiera sido él quien se hubiera encargado de llevarlo a imágenes. Lo que sí está claro es que no es un material apropiado para alguien como Fresnadillo que comenzó en el largometraje con una película ambiciosa para nuestro cine, “Intacto”, y dio el salto a Hollywood con un film con grandes dosis de espectáculo “28 semanas después”. Tras ello, se oyeron muchos posibles encargos, el más sonado de todos la adaptación a la gran pantalla del videojuego de éxito “Bioshock”, en definitiva, otra película espectáculo con acción y gran presupuesto. “Intruders” se encuentra en las antípodas de ese tipo de cine y Fresnadillo parece haberlo despachado con profesionalidad pero sin pasión.
“Intruders”, digámoslo ya, es una película con truco. Toda la historia se sustenta sobre un concepto más o menos ingenioso que solo puede funcionar escamoteándole información fundamental al espectador. Al trabajar todo el film a base de montaje paralelo de las dos historias el público conecta ambas de la misma forma en que está acostumbrado a hacerlo cuando no se le indica, mediante rótulos o con una puesta en escena obvia lo contrario. Un ejemplo: si yo quiero situar una parte de mi película en un país árabe puedo insertar un rótulo indicando en qué país estamos o puedo grabar una conversación entre personajes en árabe y en un entorno que ayude a formar esa idea en el espectador. Si quiero que la secuencia suceda en Egipto puedo sencillamente insertar un plano de las pirámides. Lo mismo sucedería si el salto que quiero dar no es geográfico, o no solo geográfico, sino también temporal. En la manipulación de este tipo de información es en lo que se basa el truco de “Intruders” lo cual la convierte, a mi parecer, en una película tramposa.
Por si todo lo dicho hasta ahora fuera poco me gustaría terminar esta crítica añadiendo que el monstruo de la función ni siquiera se encuentra a la altura de las circunstancias. Es cierto que hoy en día sorprender en este aspecto puede ser difícil pero la verdad es que la criatura, cuando se nos muestra como CGI y no como un hombre que lleva chubasquero, recuerda en demasía a La Parca de “Agárrame esos fantasmas” y hasta me atrevería a decir que aquella resultaba más creíble que esta. Y ya ha llovido.

sábado, octubre 08, 2011

CONTAGIO; un plausible fin del mundo


El cine actual nos tiene más que acostumbrados al fin del mundo. Al final del siglo XX se ha unido el horror del terrorismo internacional que vivimos con la entrada del XXI, el miedo a nuevas enfermedades contagiosas de las que no habíamos oído hablar antes (vacas locas, gripe aviar,…), la inestabilidad política en algunos países árabes, la crisis económica,… Todo ello se refleja en las películas en forma de catástrofes y situaciones apocalípticas. Sin embargo, la gran mayoría de ellas narran sus historias cuando el fin del mundo ya ha tenido lugar o está sucediendo en ese mismo momento, ya sea con catástrofes nucleares, ecológicas, plagas de muertos vivientes o cualquier locura imaginable. En ellas la narración está siempre focalizada sobre un grupo de supervivientes que deben apañárselas en un entorno distinto donde sus habilidades sociales y las leyes que imperaban en su civilización ya no valen nada.

Contagio plantea una situación similar pero justo antes de que ésta se produzca. Es decir, narra como a partir de un determinado suceso la civilización tal y como la conocemos comienza a desmoronarse. Esto la hace prácticamente única dentro del, como decía, enorme plantel de películas apocalípticas que nos han estado llegado ya que, en lugar de arrancar con el siempre socorrido sistema del what if, el guión debe cubrir todo el proceso desde la situación inicial de normalidad hasta el caos final y además hacerlo desde distintos puntos de vista. Y esto último es precisamente su mejor baza y la que justifica el impresionante casting que participa en el film.

La película comienza con el regreso a casa de una mujer que ha estado de viaje de negocios en Hong Kong. Sin previo aviso, con muy pocos síntomas que pudieran avisar de estar gravemente enferma, la mujer sufre un ataque y ha de ser hospitalizada. Su marido debe enfrentarse a las pocas horas a la muerte de su mujer y, lo que es peor, al inmediato contagio de su hijo que también muere en pocas horas. Así de contundente es el arranque de la película a partir del cual la trama principal se ramifica en distintas líneas cuyo nexo común es precisamente el imparable contagio de la enfermedad. Así podemos seguir al mismo tiempo los avatares de los modernos medios de comunicación y su enfoque de la situación desde el punto de vista de un blogger de moda que no tiene inconveniente en manipular la información con tal de satisfacer a sus hambrientos followers, a una responsable del gobierno americano que debe enfrentarse a una situación de secuestro por parte de un grupo de aldeanos en oriente que quieren ser los primeros en ser vacunados, a uno de los principales mandos del Centro de control de enfermedades a quiénes se le plantean distintos dilemas éticos debido a su privilegiada posición y al conocimiento de dicho privilegio por parte de quienes le rodean, a un bacteriólogo que trabaja en una gran empresa farmacéutica y que, pese a su talento, se ve apartado de la investigación por problemas de seguridad,… Y éstos son solo algunos, de los distintos personajes que podemos seguir y que nos ofrecen, cada uno de ellos, una visión concreta de una parcela concreta del problema global al que todos se enfrentan.

El trabajo de montar una historia coral como ésta sin que el interés decaiga en ningún momento y donde ninguna de las historias pese mucho más que las otras es un mérito que debe recaer sobre Steven Soderbergh, director del film, que ya se las había visto en una situación similar hace años con la multipremiada “Traffic”. Además, y sin duda es otro de los grandes aciertos de la película, la representación de toda la situación y la reacción que los personajes tienen ante la que se les viene encima era campo abonado para que, en manos de cualquier otro, el film hubiera derivado hacia un ejercicio de espectacularización que le restara credibilidad, hacia un drama lacrimógeno de media tarde o, en el peor de los casos, a un ensayo sobre medicina y epidemiología a lo Robin Cook. Pero Soderbergh mide muy bien los tiempos y las situaciones a las que se enfrentan sus personajes dosificando los momentos de tensión extrema y sin regodearse en ninguno de los sucesos que más se prestaban al abuso ya fuera técnico o sentimental que hubieran perjudicado la credibilidad del film. El caos en el que se va sumergiendo la ciudad de San Francisco en la que vive el personaje que interpreta Matt Damon, por ejemplo, es mostrado en muy pocas ocasiones y siempre a ras de suelo; calles vacías donde se acumula la basura sin que nadie la recoja, casas cerradas en la que los móviles son el único medio de comunicación y cada vecino se ha vuelto un sospechoso de estar infectado, supermercados y farmacias que son desvalijados por todo tipo de ciudadanos a la búsqueda de una posible cura, etc,…
Resulta difícil evaluar quiénes salen peor parados si hacemos balance global de lo visto en la película. ¿Los políticos? ¿Las empresas farmacéuticas? ¿Los medios de comunicación? ¿Los ciudadanos en general? Todos aportan su dosis de irresponsabilidad y error humano. Tanto es así que es difícil no sentirse identificado con cada uno de los personajes que se pasean por la película, sean estos del nivel social que sea y tengan el trabajo que tengan, porque por encima de todo eso y dada la situación tan dura que están viviendo, lo único que reflejan es humanidad, con todo lo bueno y lo malo que ello pueda significar.
Si debo destacar algo que no me gustara de la película tendría que nombrar las normas de prevención que los responsables del centro de control de enfermedades facilitan a los medios de comunicación: lavarse con frecuencia las manos, no tomar alimentos crudos, no estrechar la mano a los demás,…
¿No les suenan de algo?

viernes, octubre 07, 2011

EVA; Inteligencia Artificial española


Si quedaba alguien que dudara de la profesionalidad de los técnicos cinematográficos españoles, cuando vea esta película se convencerá de que, en muchos de esos aspectos, el cine español juega en primera división.
Desde el minuto uno, desde los mismos créditos, “Eva” demuestra ser una película de gran producción en la que no faltan planos aéreos, profusión de exteriores en ambientes no exentos de complicación (parajes nevados, montañas,…), efectos especiales digitales de primer nivel, una secuencia de créditos bellísima, una estrella internacional como Daniel Brull de protagonista,…
El problema de todo lo dicho en el párrafo anterior es, que como ocurrió hace un par de años con “La huérfana”, de poco sirve una técnica impecable si el guión hace aguas o no se trabaja al mismo nivel que lo demás.

La película nos explica la historia de Alex, un genio de la robótica que abandonó un ambicioso proyecto en el que trabajaba para una universidad de prestigio; crear un niño robot. Su abandono, debido en gran parte a su incapacidad para relacionarse de forma normal con el resto de personas y sentirse más cómodo en soledad o fabricando sus propios animales de compañía (uno de los muchos guiños que contiene el film a obras claves de la ciencia ficción, en este caso concreto al personaje de J.F. Sebastian de “Blade Runner”), supuso también un corte de relaciones familiares (su hermano, también experto en robótica, y su padre) y sentimentales (su novia que también trabaja en el mismo campo). Su regreso a la ciudad le involucrará de nuevo en aquel proyecto que dejó inacabado y que tratará de completar con la ayuda de su sobrina, una niña llamada Eva a la que él ni siquiera conocía y que vive con su hermano y su exnovia, que ahora son pareja. Agobiado por su fama y por su incapacidad para gestionar sus sentimientos hacia sus colegas de profesión, familiares y demás personajes, el protagonista se refugiará en su trabajo mientras trata de recuperar a su amor de juventud, sin darse cuenta de las repercusiones que ambas tareas tendrán en su vida y la de los que le rodean.

Como ya he apuntado antes, la película contiene no pocos momentos en los que su director homenajea a películas claves del género. Pueden rastrearse fácilmente guiños a “2001 una odisea del espacio” (el momento en el que Eva realiza un importante descubrimiento gracias a su habilidad para leer labios), “El hombre bicentenario” (el robot asistente que interpreta Lluis Homar y que, pese a su sobrado talento, no nos hace olvidar la impagable composición que llevó a cabo Robin Williams en aquella película), “Blade Runner” (el gato robot que acompaña al protagonista, como ya había indicado, las piruetas con las que se presenta Eva y que recuerdan a la replicante Tris que interpretó Daryl Hannah)y, por supuesto, Inteligencia Artificial (el proyecto de niño robot, las palabras que al pronunciarse activan o, en este caso desactivan, algún proceso fundamental del robot,…). Pero una acumulación de referencias no son suficientes para aguantar una historia que pide a gritos más intensidad y dedicación en los aspectos de ciencia ficción propiamente dichos. Si desconectamos del género como la película nos obliga a hacer durante casi todo el segundo acto, lo que tenemos con tanta referencia es más una cuestión lúdica con la que sacar alguna sonrisa del público más connoisseur que una baza más con la que dar brillo a un guión de género sólido. Puede que funcione con la saga “Scream” pero allí la referencia es la clave sobre la que se argumenta toda la saga hasta el punto de que, como no se le hace ascos a la comedia sino al contrario, hasta la autoreferencialidad es bien recibida y fuente narrativa de las últimas entregas. Pero esto no es Scream.

Este año el Festival Internacional de Cinema de Catalunya homenajea la película de Spielberg/Kubrick “Inteligencia Artificial” y, si hay un film en el certamen que esté en sintonía con lo expuesto en aquélla, sin duda esa es Eva de Kike Maillo. Sin embargo, y aunque ambas películas parten de una premisa argumental muy parecida (la creación de un niño robot y las repercusiones que ello podría tener), la del dúo Spielberg y Kubrick buceaba directamente en las posibilidades que la ciencia ficción ofrecía ante un tema tan peliagudo, nos situaba en un futuro lejano poblado de robots más humanos que los humanos y nos hacía reflexionar sobre su existencia y la nuestra. La de Kike Maillo, en cambio, utiliza el tema de la inteligencia artificial como fondo sobre el que estructurar una historia muy distinta a aquélla pero mil veces vista antes, la del triángulo amoroso formado por dos hermanos y una sola mujer de la que ambos están enamorados. Dicho triángulo se contextualiza en un futuro mucho más próximo y, si me lo permiten, en muchos aspectos más plausible que el propuesto en I.A, lo cual lamentablemente no se aprovecha adecuadamente dentro de los parámetros de un género, la ciencia ficción, del que se espera algo más que servir como telón de fondo a una historia de amor, y mucho más cuando la película se nos presenta como el buque insignia de un Festival especializado en cine fantástico.
[SPOILER] Y probablemente lo peor de todo sea saber, desde el mismo momento en que aparece en pantalla, por qué es tan especial esa niña llamada Eva que tanto atrae al protagonista [FIN SPOILER]