lunes, diciembre 08, 2008

CREPUSCULO; Dirty Dancing para melangóticos


El cine de vampiros no es ajeno a este blog, en absoluto. En mi maratón de entradas sobre el Festival de Sitges fue precisamente una película de vampiros la que mejor parada salió, por ejemplo. También hablé en su dia de la interesante 30 dias de oscuridad y de la fallida Rise. Así pues, ¿por qué iba a faltar aquí el nuevo y flamante fenómeno sobre vampiros juveniles?
Vaya por delante que no he leído las novelas de las que procede la película pero, como buen blogger y crítico, me he informado suficientemente sobre el material y, para los fans del libro no hay sino buenas noticias; se trata de una adaptación muy fiel del material de partida en la que prácticamente no se escatima un solo pasaje relevante en lo relativo a la primera de las novelas, que es la que se ha adaptado. Mención aparte será si los guapetes protagonistas cumplen con las expectativas que la imaginación de los lectores hubiera puesto sobre ellos.
Pero claro, aquí no estamos para hablar de una novela sino para hablar de cine. Y si restringimos el análisis a lo pura y estrictamente cinematográfico resulta que nos encontramos con una película en la que apenas hay un solo uso inteligente o creativo del lenguaje audiovisual. Ni la puesta en escena, ni los movimientos de cámara, ni la planificación... nada, a excepción de un par de desenfoques para jugar con la profundidad de campo, destaca en este film que se limita a explicarnos una historia más o menos previsible con la simple artesanía de ir uniendo un plano detrás de otro. Como muestra de la impericia de su directora baste el siguiente ejemplo: al principio de la película una voz en off, la de la protagonista, nos relata como este año se irá a vivir con su padre, el jefe de policía de un pequeño pueblo. En una de las primeras secuencias se la ve a ella con su padre en el coche de policía que él conduce y se aprecia cierta tensión entre ellos. Para romper el silencio, el padre le dice a ella que nunca la había visto con el pelo tan largo, a lo que ella contesta que se lo cortó recientemente. De esta forma tan sencilla el espectador medio ya debería darse cuenta de que padre e hija hace mucho tiempo que no se ven; tensión en las miradas, silencios, una breve charla que hace referencia al cambio de aspecto de uno de ellos... Bueno, pues en cuanto bajan del coche, la directora no puede evitar volver a incluir una voz en off de la chica diciendo: "hacia mucho tiempo que no nos veíamos". En fin, un desastre.
A nivel de guión, y aquí el mérito sería más de la escritora de las novelas (la película apenas si se aparta un ápice de lo que se explica en el libro), tampoco es que aporte nada nuevo a las historias de vampiros. Su juego terror/amor entre adolescentes con oscuros secretos ya fue explorada, sin ir más lejos, en la entretenida "Jóvenes Ocultos" de Joel Schumacher donde, por cierto, la combinación de terror, romance y humor estaba mucho mejor calibrada.
Pero en justicia hay que dejar claro que Crepúsculo no trata exactamente del vampirismo y tampoco está interesada en la mezcla de géneros como una forma de experimentación cinematográfica o narrativa. Su objetivo es el de encandilar a una nueva generación de adolescentes deprimidos por su triste y patética existencia con un relato sobre chicos y chicas hermosas, inmortales y con poderes sobrenaturales. Sobre un amor correspondido y eterno, puro y virginal (no hay una sola escena de sexo y hasta los besos son sin lengua). En definitiva, sobre una realidad que no existe pero a la que todos se rendirían extasiados y suspirando. Nada muy distinto del sentimiento empalagoso que, en mi generación, causaron películas como Dirty Dancing.
Los vampiros de Crepúsculo no duermen en ataudes, no matan gente sino que tienen suficiente con la sangre de los animales, les basta que esté nublado para pasearse a la luz del sol y, en el peor de los casos, si los siempre hirientes rayos del astro rey les tocan, no se disuelven en cenizas sino que brillan como diamantes. Todo ello me recuerda el estudio que se mencionaba en el ensayo "Undead and Philosophy" en el que el profesor de un colegio preguntó a sus alumnos acerca de a cúantos de ellos les gustaría transformarse en un zombie o en un vampiro y, prácticamente toda la clase abrazó el vampirismo. Así ya se puede ¿no?
En fin, si después de leer todo esto te estás preguntando si te recomiendo o no que veas esta película mi respuesta es que eso depende de una simple pregunta: ¿cuántos años tienes?