lunes, marzo 17, 2008

LA CRIATURA PERFECTA Y RISE; Vampiros de pacotilla



Es curioso que, habiendo visto recientemente dos auténticas joyas cinematográficas como son "Pozos de ambición" y "No es país para viejos" acabe dedicando el post de esta semana a dos bodrios como "La criatura perfecta" y "Rise, cazadora de sangre", pero así es. Supongo que resulta más fácil o seductor hacer una crítica para despellejar que para alabar. O quizá es que sencillamente estoy contagiado por la semana vampírica que Dude ha puesto en marcha en su blog.
Entremos en materia.

La criatura perfecta trata de un mundo alternativo ambientado en clave retrofuturista en el que vampiros y humanos conviven en armonía. Los vampiros son tratados como seres místicos y forman lo que llaman "La hermandad" y los humanos los adoran como ángeles y les ceden amablemente su sangre vía transfusión. Todo se tuerce cuando uno de estos hermanos decide beber directamente de la botella, quiero decir del cuello, sucediéndose una serie de crímenes por toda la ciudad que La hermandad no desea que tengan demasiada publicidad.
Hasta aquí tenemos un argumento no carente de cierto atractivo a pesar de estar ya visto en la aceptable "Legado de sangre", con la que además comparte la trama detectivesca en clave de buddy movie con policía humano que tiene que aceptar de compañero a un vampiro.
Acepto que las pocas imágenes de ese mundo retrofuturista con el que se adorna la película son atractivas (coches de los años cincuenta, zepelines que cruzan el cielo nocturno, edificios góticos mezclados con barrios que parecen salidos de la pluma de Chales Dickens...) pero no bastan para lavar la pobre producción que envuelve el film. Los actores, pese a no hacerlo del todo mal, carecen también de todo atractivo. No ya porque no sean primeros nombres (tan solo Safren Burrows destaca algo en ese aspecto) sino porque los personajes apenas tienen algo que decir en una película que no se sabe si pretende ser de acción con cierta inspiración en "Underworld" o si persigue cierta profundidad con un discurso sobre la aceptación del diferente en la sociedad y bla, bla... En cualquier caso, no encuentra su sitio y resulta ineficaz en ambas vertientes.
En fin, la recomiendo ver de noche. Sobretodo si os cuesta coger el sueño.

Sobre Rise cazadora de sangre... pues nada. Una gran decepción. Películas como ésta son las que hacen que "30 dias de oscuridad" destaque a pesar de sus muchas carencias.
Aunque la historia de la periodista que se mete donde no debe y acaba convertida en vampira vengadora contiene algún plano de cierta intensidad (como el de su renacer vampírico o el de su primera alimentación con víctima, el vagabundo)la trama se desarrolla de un modo mecánico estilo videojuego. Lucy Liu se pasea por la película yendo de malo en malo a los que se despacha con tanta facilidad que cuesta imaginar como vampiros tan incompetentes llevan tanto tiempo sobre el mundo sin haber sido eliminados por su propia torpeza.
Para colmo, al director de la faena no se le ocurre otra cosa para dar cierta intensidad visual al montaje que incluir flashes de tanto en tanto en plan visiones de la protagonista, probablemente el recurso más utilizado en el cine de terror de estos últimos cinco años. Y no contento con eso se lanza a las referencias, guiños, homenajes o como queráis llamarlos a otras películas como son el poncho que luce la Liu en plan spaguetti western o las pequeñas cuchillas con las que los vampiros deguellan a sus víctimas igual que en la magnífica "El ansia".
Lo peor, no obstante, está aún por llegar en forma de final, en el que imagino que se pretende dejar abierta la posibilidad de una continuación. No me quiero ni imaginar lo que puede ser hacer de Rise una franquicia. Como si no tuviéramos ya bastante con Guardianes de la noche y Blade.

Si a pesar de lo explicado seguís teniendo ganas de ver una película de vampiros recordad que siempre nos quedará "Cronos", "La adicción" o la ya mencionada "El ansia". Por decir algunas.


PD: Si aun no conoces The last ones pásate y únete a nosotros en esta aventura en forma de novela-blog. Ya hemos completado el primer capítulo y nos embarcamos en el segundo.

lunes, marzo 03, 2008

PELICULAS DE CARRETERA

No se en qué momento o con qué película se abrió la veda, pero lo que está claro es que el primero a quién se le ocurrió ha creado toda una tendencia que se ha explotado desde diferentes perspectivas. Me refiero a las películas que comienzan con un viaje por carretera que acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla para sus protagonistas, ya sea por elegir el camino incorrecto, por toparse con quien no debían o como simple castigo por su prepotencia, su inconsciencia o su moralidad.

La mayoría de las películas de viajes por carretera (road movies) son americanas. Y hay una razón de peso para que así sea. En Estados Unidos las distancias por carretera son muy largas. Realizar un viaje por carretera atravesando varios estados lleva días y, a menudo, se recorren largas distancias por paisajes áridos o boscosos pero con poca o ninguna presencia humana. Un viaje por carretera atravesando la profundidad de América puede ser, en realidad, una auténtica aventura. Parajes desolados o desérticos, bosques sin fin, gasolineras herrumbrosas sin combustible para servir, pueblos desvencijados y abandonados, carreteras secundarias que no conducen a ninguna parte, moteles de mala muere con hoscos recepcionistas, autoestopistas siniestros, camioneros sospechosamente amables, moteros con ganas de bronca y paisanos poco amigos de forasteros. Esta es la flora y la fauna que brota y se desliza por los fotogramas de estas películas. Desde Giro al infierno hasta Breakdown, desde Nunca juegues con extraños hasta Jeepers Creepers.
Es por ello, que quienes se embarcan en esa odisea, ya sea volviendo al hogar o a su universidad o con un concierto de rock como meta, abandonan la seguridad de su mundo y se adentran en un inhóspito terreno del que resurgirán (o no) cambiados. Puede que pasen de la tristeza a la alegría (Thelma & Louise), del egoísmo a la generosidad (Rain Man), de la debilidad a la fortaleza (El diablo sobre ruedas), del enamoramiento a la separación (Dos en la carretera) o, sencillamente, de vivos a muertos (La matanza de Texas).

En cualquier película de carretera, ya sea de terror o no, hay tres elementos que no pueden faltar y que son fundamentales para comprenderla. Por un lado están los viajeros, que son los sujetos sobre los que se obrará el cambio. En segundo lugar está el vehículo, herramienta que les conducirá del estado inicial al estado final. Y en tercer lugar estaría el “otro”, que en este tipo de películas funcionaría como punto de giro inicialmente, es decir, desencadenante del cambio de rumbo que tomará la historia en sus primeros compases y, a la postre, como catalizador de la metamorfosis de los viajeros.Utilizando algunos de los ejemplos de arriba lo comprobaremos.
En "Thelma & Louise" las chicas protagonistas son una camarera incapaz de comprometerse y una ama de casa mujer de un memo machista. Ambas emprenden juntas su viaje en un Thunderbird verde descapotable (no por casualidad), un coche cuya línea y color huelen a libertad (destino final de la pareja). El “otro” en esta historia sería Harlan, el tipo que intenta violar a una de ellas y que desencadena el cambio de rumbo del viaje; las chicas pasan de tomarse un respiro de sus lúgubres vidas de amas de casa a huir por completo de ellas y recuperar su independencia (a un alto precio).
En Rain Man, los protagonistas son dos hermanos muy distintos que no se veían desde que eran niños. Uno es autista con graves problemas de comunicación y el otro es un vendedor de coches cuya principal herramienta de trabajo es su labia, por lo que se siente frustrado ante la imposibilidad de usar su mejor arma con su compañero de viaje. El coche en esta ocasión es un símbolo, ya que fue en gran medida el causante de la separación de ambos (lo que entonces les separó, ahora les une). El “otro” en este caso se manifiesta en las limitaciones de Raymon (Dustin Hoffman), el autista, y en su miedo a volar, lo cual obliga a que el viaje se desarrolle por carretera dilatando el tiempo lo suficiente para que el personaje que interpreta Tom Cruise aprenda a apreciarle y a aceptarle como es.
En El diablo sobre ruedas, el protagonista es un comercial (¿?) aburrido y pusilánime que se ve obligado a realizar un viaje de negocios por carretera con su barato utilitario. En esta ocasión, el coche simboliza el escaso empuje del protagonista y su estatus, cobarde, huidizo e impotente (el coche comienza el viaje con un problema mecánico al que el protagonista no da importancia hasta que es demasiado tarde). Aquí el “otro” es ese camión que pone a prueba los nervios del protagonista y le obliga a coger las riendas de su vida y enfrentarse a sus problemas y miedos en lugar de huir de ellos.
Por último, en La matanza de Texas, los protagonistas son unos jóvenes típicos de la época en la que tiene lugar la película (hippies y liberales) que viajan en una furgoneta (símbolo también de la época y que además da cohesión al grupo, pues es un vehículo que permite hacer vida dentro de él). El “otro” es ese autoestopista que recogen, fieles a sus ideales de bondad y felicidad y que, a la postre, acaba resultando la condena a muerte para la mayoría de ellos. Sus ideales son aplastados y la única superviviente deberá renunciar a ellos para sobrevivir.

Aunque como hemos podido comprobar no solo las películas de terror se nutren de las historias de viajes por carretera (Pequeña Miss Sunshine, Paris-Texas o Una historia verdadera serían más ejemplos), sí que es éste género (y el del thriller con asesino) el que con más asiduidad ha echado mano de este tipo de tramas: Km 666, Wolf Creek, Death Proof, Kalifornia, La casa de los mil cadáveres,…
Su estructura de viaje interrumpido o reconducido por un elemento externo ajeno a la cotidianeidad de los protagonistas, la hace ideal para construir historias terroríficas de superación y supervivencia. Sin embargo, la fórmula parece agotada y los mejores ejemplos de este tipo de cine que nos llegan son remakes de películas de hace veinte o treinta años (los casos de Las colinas tienen ojos o de Carretera al infierno, por ejemplo).
Las excepciones las encontramos en películas que hibridan géneros y que rompen con esta estructura, pero los casos se cuentan con los dedos de una mano. Los más significativos, en mi opinión, vendrían de la mano de David Lynch que en Corazón Salvaje consiguió dar una nueva vuelta de tuerca a las road movies y, aunque de una manera mucho más retorcida y antiestructura. También citaría Carretera perdida, aunque aquí la carretera se nos manifieste como una forma de representar la psique del protagonista y sus demonios interiores.

Mientras continúa el incansable goteo de películas de horror (y horribles, a tenor de la calidad que exhiben la mayoría de ellas) sólo nos queda esperar el resultado de la última adaptación de una novela de Cormac McCarthy cuyo título es, precisamente "La carretera", en la que un padre (Viggo Mortessen) y su hijo, recorrerán un paisaje post-apocalíptico a bordo de un coche que será asediado por ¿humanos? hostiles. Que la película se base en la novela del, muy de moda, autor de "No es pais para viejos" parece una garantía. Veremos si vale la pena la espera.