
El público que contempla una película de M. Night Shyamalan se divide en dos: los que se declaran fans de sus películas y esperan cada uno de sus estrenos con impaciencia (entre los que me encuentro), y los que únicamente consideran interesante su primer gran éxito comercial (El sexto sentido).
Por qué a los del primer grupo nos interesa tanto su cine es algo difícil de explicar. Sabemos que se trata, en gran medida, de una atracción por una manera de entender el cine fantástico y el suspense que parece heredada de Hitchcock y del primer Spielberg pero, asumiendo también que todas las tramas del director/guionista se sustentan sobre un premeditado giro final que es ya marca de la casa.
Quizá por eso, creo que “El incidente” es al mismo tiempo una película típica de Shyamalan y al mismo tiempo un punto de inflexión en su filmografía.
Reconozcamos que hoy por hoy, ya no hay nadie que cuando se sientE a ver una de sus películas y no esté esperando ese giro final que da un nuevo sentido a toda la historia y que, para los que no aprecian nada más que ello en su cine, representa el motivo final por el que eligieron entrar a verla cuando meditaban con sus amigos o parejas a la puerta del cine. Así pues, ¿qué ocurre con sus películas cuando se elimina este desenlace espectacular de la ecuación?
Este riesgo asumido por el director, probablemente en un desesperado intento por no verse obligado a mantener la pauta que le hizo famoso, es la principal novedad que aporta “El incidente” a su filmografía. El resto de lo que encontramos en la película tiene mucho de su personalidad, cuajada y bien conocida por los que le seguimos; personajes en crisis sentimental, situaciones que ponen a prueba sus relaciones, algunos momentos escalofriantes y una o dos secuencias de suspense magníficamente planificadas y resueltas.
Sin embargo, si en la reciente “La niebla” podíamos hablar de una película que partiendo de una situación típica del cine catastrófico alcanzaba un alto nivel en su desarrollo y culminaba con un fantástico desenlace, en “El incidente”, las expectativas que nos forjamos con su planteamiento no hacen sino decaer para disolverse completamente en un final que, quizá precisamente en esta película, sí que pedía a gritos un giro de ciento ochenta grados.
Lo peor de todo esto es que, inevitablemente, el boca a boca destruirá rápidamente la carrera comercial de una película que, a pesar de lo atractivo de su trailer, viene precedida por el anterior fracaso del director (La joven del agua, película que a mí personalmente me pareció realmente interesante y recomendable aunque se vendió como lo que no era) y pondrá en serios aprietos la continuidad fílmica de un director interesante. Y es que M. Night Shyamalan ya no puede permitirse otro fracaso de taquilla. La búsqueda de financiación para poder levantar “El incidente” le llevó de puerta en puerta de las majors americanas hasta que 20th aceptó con la condición de que apareciera un socio capitalista que financiara una parte importante del proyecto. Y es que, mal que nos pese, para directores como Shyamalan, autores en definitiva que como Spielberg o Zemeckis pretenden casar calidad con taquilla, fallar ante el público puede suponer el final de su carrera.
Pero volvamos a “El incidente”. ¿Por qué no acaba de funcionar? El planteamiento es el que ya intuimos desde el trailer. Una crisis apocalíptica, a priori a nivel estadounidense, en la que una extraña toxina hace que la gente decida autodestruirse con los medios que tenga en ese momento a su alcance. Tan original planteamiento da lugar a algunas secuencias terroríficas en las que vemos suicidios de todo tipo a cada cual más espectacular o extravagante. También algunos menos sangrientos pero mucho más inquietantes (más propios de Shyamalan) como el de la pistola del policía que va pasando de mano en mano.
El problema de la película comienza cuando, una vez planteada esta situación, se centra la atención en un pequeño grupo de personajes capitaneados por la pareja protagonista. Hasta aquí la fórmula de la película catastrofista estaba servida y funcionaba bien. Sabemos que, a pesar de que lo que ocurre con la dichosa toxina, lo peor está por llegar con los enfrentamientos que se puedan producir ante una crisis semejante cuando cada uno de los personajes que tratan de escapar antepongan su propia vida a la de los demás (lo que ocurre en La niebla pero también en Amanecer de los muertos y demás películas similares). Pues resulta que Shyamalan decide prescindir de ese desarrollo (que no por seguir la fórmula podría ser menos efectivo) y opta por ir eliminando rápidamente a todos los que acompañan a los tres protagonistas para convertir la película en una suerte de “La guerra de los mundos” de Steven Spielberg. El problema es que en “El incidente” no hay la parafernalia técnica que había en la película de Spielberg. sino que la amenaza que persigue a los protagonistas es invisible. Así pues, nos encontramos con un segundo bloque fílmico que se reduce a tres personas corriendo por el campo y mirando atrás perseguidos por… nada.
¿Es por ello “El incidente” una mala película? A mi entender no. Sin embargo es una película que no colma las expectativas depositadas en ella, lo cual la convierte en un film mediocre ni que sea por comparación con algunas de las propuestas similares que venimos recibiendo durante estos últimos años. Un desperdicio, una ocasión perdida.
De hecho, la sensación que me produjo la película una vez concluyó fue muy parecida a la que tiene el grupo protagonista cuando se refugia en una gran casa en mitad de la campiña y ésta resulta ser una vivienda de muestra donde, a pesar de lo bella y ampulosa que parece, no es más que un decorado donde incluso la vajilla y los refrescos sobre la mesa son de pega.
Pero como ya dije al principio, yo soy fan Shyamalan y no acabaré esta crítica sin defender la película aunque sea por esos momentos interesantes que también contiene; el desenlace de la trama del personaje que interpreta John Leguizamo, la ya célebre secuencia de los obreros de la construcción precipitándose al vacío (magnífico el uso de sonido), la visita de los protagonistas a la casa en la que se han aparapetado un grupo de desconocidos armados y de gatillo fácil,…