Hoy aparece un artículo en el diario El mundo, firmado por Maurizio Carlotti, el consejero delegado de A3 TV.
Al margen de que nos guste o no la emisora de TV para la que trabaja o simpaticemos con sus contenidos o presentadores, Carlotti demuestra en su artículo lo que opinamos algunos (muchos, creo yo) sobre lo que le ocurre al cine español.
Cito textualmente parte de lo que escribe:
"...el verdadero punto débil del cine español, en gran parte producido con presupuestos ridículos, al amparo de un sistema proteccionista de subvenciones públicas y privadas, que apuesta más por la cantidad que por la calidad, para nada expuesto a la prueba competitiva, y por ello, muy a menudo de insuficiente calidad industrial"
y antes de esto:
"... que el cine español es tan rico en talento como pobre de empresarios"
y tambien:
"Lo que hace diferente al cine de otras formas de expresión artística y cultural es su característica ineludible de producto industrial."
Y es que es así de claro, señores. Basta ya de tanto victimismo amparandonos en el cine americano que nos come, que nos obliga a comprar y exhibir sus películas... Si tuviéramos una industria cinematográfica importante, no sólo no sufriríamos el acoso americano sino que seríamos nosotros los que podríamos llamar a las puertas de otros paises con propuestas cinematográfica.
Sólo quien ha conseguido hacerse lo suficientemente poderoso como artista y creador de cine (Pedro Almodóvar, Jose Luis Garci, Fernando Trueba,...) puede hoy hacer las peliculas que le apetecen con el dinero que sus propias productora invierte y que no depende de una determinada subvencion ministerial, sino de los propios criterios artisticos de la producción.
No podemos aspirar a hacer un cine competitivo si nuestros cineastas dependen de un presupuesto ínfimo para llevar a cabo sus películas. No podemos recurrir a leyes que obligen a las cadenas de televisión a invertir dinero en producción cinematográfica porque, como el propio Carlotti dice en su artículo:
"no se entiende por qué para financiar el déficit de la industria del cine tienen que intervenir las televisiones privadas y no, por ejemplo, la banca, las compañía de telecomunicaciones o las eléctricas, que ganan considerablemente más que las cadenas privadas; ni se explica por qué la intervención debe ser para defender el cine y no para fomentar la música sinfónica, para difundir la ópera lírica o para relanzar el teatro o las artes circenses"
El cine es arte y negocio. No todo el cine es arte. Pero todo el cine es negocio. Al menos todo aquel que aspira a exhibirse en las salas COMERCIALES (dejo fuera por tanto los experimentos visuales o las grabaciones familiares para disfrute más o menos doméstico).
Las majors amercianas nacieron del sistema de estudios de los años treinta y cuarenta en Estados Unidos, y algunos de sus promotores eran los mejores cineastas de entonces (Charles Chaplin, por ejemplo). Claro está que hoy las cosas son diferentes y en el sistema de estudios americano hay todo tipo de productores, algunos de ellos sin la menor idea de lo que es el cine. No obstante, todos hacen negocio. Y gracias a ello, cada año nos brindan un puñado de películas que son valoradas a nivel mundial como autenticas obras de arte. Algunas más espectaculares, otras menos, pero todas con el presupuesto ajustado a las necesidades de la producción.
Si empezamos a ver el cine como un negocio, algún dia podremos hacer arte con sus beneficios. Intentarlo al revés nos reportará alguna alegría de tanto en tanto, igual que ahora, sobretodo porque haremos la valoración partiendo de las carencias de producción (típico comentario de, para el dinero el que esta hecha es muy buena...)pero no colocará nuestro cine en el lugar que le corresponde por talento. Es el caso de Alastriste, por ejemplo. Es la demostración clara de que cuando hay una historia interesante y una producción importante detrás, el espectador responde. Pero incluso aquí, nadie se atrevió a poner toda la carne en el asador. Y una película que debería haber gozado del presupuesto de El reino de los cielos, se quedó a medio camino y el resultado, en consecuencia, también. Támbién es el caso de Torrente, porque nos guste o no Santiago Segura es parte de nuestro Star system y es un valor comercial tan aprovechable como lo es Ben Stiller para el cine americano.
Abandonemos el complejo de inferioridad y hagamos cine. Pero como Dios manda.
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