

Es curioso que, habiendo visto recientemente dos auténticas joyas cinematográficas como son "Pozos de ambición" y "No es país para viejos" acabe dedicando el post de esta semana a dos bodrios como "La criatura perfecta" y "Rise, cazadora de sangre", pero así es. Supongo que resulta más fácil o seductor hacer una crítica para despellejar que para alabar. O quizá es que sencillamente estoy contagiado por la semana vampírica que Dude ha puesto en marcha en su blog.
Entremos en materia.
La criatura perfecta trata de un mundo alternativo ambientado en clave retrofuturista en el que vampiros y humanos conviven en armonía. Los vampiros son tratados como seres místicos y forman lo que llaman "La hermandad" y los humanos los adoran como ángeles y les ceden amablemente su sangre vía transfusión. Todo se tuerce cuando uno de estos hermanos decide beber directamente de la botella, quiero decir del cuello, sucediéndose una serie de crímenes por toda la ciudad que La hermandad no desea que tengan demasiada publicidad.
Hasta aquí tenemos un argumento no carente de cierto atractivo a pesar de estar ya visto en la aceptable "Legado de sangre", con la que además comparte la trama detectivesca en clave de buddy movie con policía humano que tiene que aceptar de compañero a un vampiro.
Acepto que las pocas imágenes de ese mundo retrofuturista con el que se adorna la película son atractivas (coches de los años cincuenta, zepelines que cruzan el cielo nocturno, edificios góticos mezclados con barrios que parecen salidos de la pluma de Chales Dickens...) pero no bastan para lavar la pobre producción que envuelve el film. Los actores, pese a no hacerlo del todo mal, carecen también de todo atractivo. No ya porque no sean primeros nombres (tan solo Safren Burrows destaca algo en ese aspecto) sino porque los personajes apenas tienen algo que decir en una película que no se sabe si pretende ser de acción con cierta inspiración en "Underworld" o si persigue cierta profundidad con un discurso sobre la aceptación del diferente en la sociedad y bla, bla... En cualquier caso, no encuentra su sitio y resulta ineficaz en ambas vertientes.
En fin, la recomiendo ver de noche. Sobretodo si os cuesta coger el sueño.
Sobre Rise cazadora de sangre... pues nada. Una gran decepción. Películas como ésta son las que hacen que "30 dias de oscuridad" destaque a pesar de sus muchas carencias.
Aunque la historia de la periodista que se mete donde no debe y acaba convertida en vampira vengadora contiene algún plano de cierta intensidad (como el de su renacer vampírico o el de su primera alimentación con víctima, el vagabundo)la trama se desarrolla de un modo mecánico estilo videojuego. Lucy Liu se pasea por la película yendo de malo en malo a los que se despacha con tanta facilidad que cuesta imaginar como vampiros tan incompetentes llevan tanto tiempo sobre el mundo sin haber sido eliminados por su propia torpeza.
Para colmo, al director de la faena no se le ocurre otra cosa para dar cierta intensidad visual al montaje que incluir flashes de tanto en tanto en plan visiones de la protagonista, probablemente el recurso más utilizado en el cine de terror de estos últimos cinco años. Y no contento con eso se lanza a las referencias, guiños, homenajes o como queráis llamarlos a otras películas como son el poncho que luce la Liu en plan spaguetti western o las pequeñas cuchillas con las que los vampiros deguellan a sus víctimas igual que en la magnífica "El ansia".
Lo peor, no obstante, está aún por llegar en forma de final, en el que imagino que se pretende dejar abierta la posibilidad de una continuación. No me quiero ni imaginar lo que puede ser hacer de Rise una franquicia. Como si no tuviéramos ya bastante con Guardianes de la noche y Blade.
Si a pesar de lo explicado seguís teniendo ganas de ver una película de vampiros recordad que siempre nos quedará "Cronos", "La adicción" o la ya mencionada "El ansia". Por decir algunas.
PD: Si aun no conoces The last ones pásate y únete a nosotros en esta aventura en forma de novela-blog. Ya hemos completado el primer capítulo y nos embarcamos en el segundo.