Yo no soy ningún
fan de “El orfanato”. La vi en su momento y me pareció un film mediocre, a
medio camino entre el drama y el terror pero con una tendencia clara hacia la
lágrima que encontraba en Belén Rueda el mejor instrumento para esa exposición
exacerbada de sentimientos, algo que en mi cuadrícula del cine fantástico y de
terror en concreto, no acababa de encajar.
El nuevo film de J.
A. Bayona ya es otra cosa. Liberado de la tendencia hacia el fantástico facilón
que había emprendido nuestra cinematografía con un montón de títulos
(olvidables en su mayoría) al rebufo de la frescura con la que desembarcaron en su momento gente
como Alejandro Amenábar o Jaume Balagueró, el director catalán se ha enfrascado
en un film dramático en el que no necesita ni de fantasmas ni de sustos del más
allá, ya que el horror le viene servido por la propia naturaleza.
“Lo imposible” es
una película que impresiona por su factura (probablemente estemos ante la
producción nacional más aplicada y comercialmente llamativa de la historia de
nuestro cine) pero también por lo bien rodada que está, lo cual no es sólo
mérito del propio Bayona sino también de los responsables de producción que entendieron,
o así parece, que para hacer una buena película no bastaba con cumplir en
efectos especiales o llenar el reparto de estrellas internacionales, sino que
también había que darle a su responsable último las herramientas que necesitara
para que todos esos elementos lucieran en pantalla y cumplieran su función.
Así, la planificación abunda en travellings, gruas e incluso planos aéreos que,
en lugar de adornar la función como ha ocurrido en ocasiones anteriores en el
erróneo pensamiento de que la espectacularidad es un valor en si mismo (ahí
tenemos fiascos internacionales como “Battleship” o, en su medida, nacionales
como “Agora”), son dosificados y utilizados para resaltar cada uno de los
momentos que justifican su presencia.
También me parece
interesante recalcar el tono suave que Bayona aplica a su film enmarcando la
película siempre dentro del drama humano y sin derivar, como hubiera sido fácil
hacer, hacia una crudeza gore o un festival de horrores innecesarios que resultarían
mucho menos efectivos que las sutilezas y los matices de los rostros de cuantos
personajes se pasean por la película, las miradas de desesperación, de pérdida,
de impotencia…
Me parece un debate
estéril entrar a discutir si era necesario o
no contar con actores extranjeros para interpretar a los protagonistas
de esta película. Creo que un director debe elegir y contar para sus personajes
con los que, a su entender, sean los mejores intérpretes posibles para dichos
papeles. Y más allá de esta consideración, no podemos olvidar que en este mundo
globalizado que en el cine además está muy centrado en el star system de
Hollywood, la única forma de hacer rentable una película es tratar de llegar al
mercado internacional y, nos guste o no, las estrellas siguen siendo la principal
arma de cualquier distribuidor para conseguir una buena taquilla.
“Lo imposible”
puede ser criticada por ser excesivamente sensiblera (comentarios que han
tenido que sufrir obras maestras como “Memorias de Africa” o “El paciente
inglés”) pero a mi entender lo que tenemos delante es un drama tremendamente
efectivo al que ni siquiera afecta el que el espectador conozca antes de pagar
su entrada el desenlace de la historia. El drama no parte de su final y se
construye alrededor de éste. En “Lo imposible” el drama es la historia en si,
el viaje de sus protagonistas a los que acompañamos como privilegiados
supervivientes de un desastre que no nos alcanzó físicamente pero que ahora,
gracias a J. A. Bayona y su equipo nos toca directamente el corazón.
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