Don Coscarelli, a pesar del aprecio que se
le pueda tener dentro del mundillo del cine fantástico, no es que descubriera
el agua caliente precisamente. De hecho, su filmografía es muy corta y
prácticamente desconocida para el no aficionado. Su película más conocida y la
que le dio la fama en este círculo fue
“Phantasma” (Phantasm, Don Coscarelli, 1979), un extraño film de terror
que mezclaba terror gótico de cementerio y un particular hombre del saco (el hombre alto) con
portales que se abrían a otros planetas/dimensiones y bolas de acero letales
más propias de un film de ciencia ficción.
Veinte años después y con tan solo secuelas olvidables de Phantasma, un par de
películas más por medio y un episodio de la serie “Masters of horror”,
Coscarelli ha venido a presentarnos un film que, utilizando distintas
convenciones del cine de terror, construye una comedia divertidísima e
imprescindible para todo amante del género. Más aún porque para crear sus gags
no se vale del facilón recurso de la parodia que tan nefastos resultados
continúa dando a la comedia americana actual (“Scary movie” (ídem, Keenen Ivory
Wayans, 2000), “No es otra estúpida película americana” (Not another teen
movie, Joel Gallen, 2001), etc,…) sino que se atreve con un cruce imposible
entre “Las alucinantes aventuras de Bill y Ted” (Bill & Ted’s Excellent
adventure, Stephen Herek, 1989), y “El
almuerzo desnudo” (The naked lunch,
David Cronenberg, 1991) consiguiendo un cóctel explosivo de risas y situaciones
delirantes.
Tras un curioso prólogo en el que un joven
lucha con una especie de zombi al que no termina nunca de matar, la película
comienza con ese mismo joven charlando en un restaurante chino con un señor al
que interpreta nada menos que Paul Giamatti. Toda la película se estructura entonces a
partir de esta conversación en la que el joven trata de hacer entender a este
señor, un periodista al parecer, que a nuestro alrededor existe otro mundo
poblado por extrañas criaturas que solo pueden verse si se toma una extraña
droga que él probó accidentalmente cuando su amigo John, el del título de la
película, consiguió de un extraño rastafari
cuando daba un concierto. Tan lisérgica experiencia les abrió la mente a
los horrores ocultos en nuestra realidad y al mismo tiempo les convenció de que
ellos y no otros eran los que debían luchar contra esas criaturas y evitar el
posible fin del mundo.
Un tratamiento serio de esta cuestión podría
haber jugado con la posibilidad de que todo cuánto veían estos muchachos fuera
tan solo producto de su imaginación como ocurría en “La escalera de Jacob” (Jacob's ladder, Adrian Lyne, 1990) y en
cierta medida en “Abre los ojos” (idem, Alejandro Amenábar, 1997), donde son los propios protagonistas los que
crean sus pesadillas. Pero Coscarelli no tenía intención en esta ocasión de
asustarnos sino de hacernos pasar un rato divertido y ciertamente lo consigue
desbordando además originalidad e imaginación en muchas de sus secuencias; el
muñón de la chica que acaba siendo imprescindible para abrir la puerta
fantasma, la droga que se convierte en insectos para penetrar en la piel de
quien duda su ingesta, el monstruo hecho de carne y pescado congelado que surge
del arcón, las intervenciones del carismático mentalista al que da vida ClancyBrown, el teléfono-perrito caliente,... Y por supuesto el chiste que propone el mismo título del film.
Pero tampoco alcemos las campanas al vuelo. “John
dies at the end” es una película friki
y probablemente su éxito se circunscriba a un segmento de público no demasiado
numeroso. Por suerte, y en parte gracias a películas como esta, cada vez existe
un mayor gusto por el cine fantástico y un mayor conocimiento de este tipo de
películas que de alguna manera se retroalimentan unas a otras con sus guiños y
referencias.
Nunca fui un gran fan de Fantasma y siempre
creí que era un film que disfrutaba de una fama inmerecida, que no era más que
una película mediocre con algún momento conseguido. Al ver el capítulo que
Coscarelli rodó para Masters of horror quedé gratamente sorprendido y empecé a
preguntarme por qué este hombre no había conseguido mantener una filmografía
regular durante todos estos años.
Ahora, y después de haberle visto recoger el premio de "La maquina del
tiempo", creo que ha llegado su momento y que el cambio de género y sentirse
libre de la cadena de secuelas de Fantasma era lo que necesitaba. Espero con
interés cuál será su próximo paso.
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