lunes, octubre 05, 2009
BAD LIEUTENANT: PORT OF CALL NEW ORLEANS
Abel Ferrara se encargó a finales de los ochenta de retratar a uno de los personajes más sórdidos y deleznables que el cine haya parido y encontró en Harvey Keitel al actor idóneo para insuflarle vida. Era aquél un policía corrupto, toxicómano y depresivo que vería una opción de redimir su reprobable conducta al aceptar y comprometerse en el caso de violación a una monja, algo tan horrible que hacia saltar por los aires incluso su muy laxo código ético.
Ahora, el contemplativo Werner Herzog agarra ese mismo personaje y, utilizando a un actor mucho menos solvente (al menos hoy por hoy) transforma aquella tragedia en una suerte de comedia irónica.
El resultado no es que haya gustado especialmente a Ferrara. Ni mucho menos. Desproveer de todo el misticismo que albergaba su obra a la historia y ambientar en la decadente Nueva Orleans con un histriónico Nicolas Cage le ha hecho verter una serie crítica sobre su colega Herzog.
Personalmente debo decir que, aunque nunca fui un ferviente admirador del Bad Lieutenant de Ferrara, siempre admiré su capacidad para llenar de aspereza y sordidez la pantalla. Al igual que ocurre con películas como “La ultima casa a la izquierda” de Wes Craven o incluso “La matanza de Texas” de Tobe Hopper, el Teniente corrupto respiraba un realismo sucio con su imagen oscura y granulada, un estilo visual que usaría también para “El rey de Nueva York”.
Nada de eso hay en la versión de Herzog, si es que podemos considerar su Bad Lieutenant una versión de la de Ferrara. En realidad, nada tiene que ver la una con la otra más allá de que el personaje principal sea un teniente con problemas de drogas y una actitud realmente impropia para ser un defensor de la ley. Pero, sinceramente, no encuentro diferencia entre dicho personaje y el que encarnara Denzel Washington en “Día de entrenamiento”, por ejemplo.
Olvidémonos de Ferrara y de las comparaciones. El Bad Lieutenant de Herzog es una película divertida, ácida e irónica que tan pronto nos hace pensar sobre la situación actual de los Estados Unidos como nos provoca una carcajada merced a los delirios lisérgicos de su protagonista.
Su falta de misticismo y su puesta en escena mucho más estilizada la hace más comercial, por supuesto, pero también más asequible a un público que, de otra manera nunca hubiera oído hablar de tan interesante personaje. Y eso es lo mejor de todo porque, incluso un actor con tanta tendencia al histrionismo y en horas tan bajas como Nicolas Cage encaja como un maldito guante en el papel.
Dicen que en su paso por el Festival de Cannes (o fue el de Venecia?) fue abucheada. Puedo garantizar que en Sitges ha recibido un aplauso sonoro por parte de la prensa y el público asistente no oyéndose un solo comentario o abucheo en la sala. Más aún, incluso hubo aplausos y risas en varios momentos celebrando tan divertida propuesta. Y eso que el tema no es como para reirse.
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