martes, octubre 12, 2010

THE WARD; el último John Carpenter


La línea que separa la admiración del papanatismo es realmente muy fina, algo que quedó muy claro cuando “The Ward”, la última película de John Carpenter, terminó y una parte del auditorio rompió a aplaudir con fervor.
Seamos realistas y admitamos de una vez que, el cine de John Carpenter, hace algún tiempo que no pasa por sus mejor momento. Nadie le podrá quitar nunca el mérito de haber rodado “Halloween”, “Asalto a la comisaría del distrito 13” o “La cosa”. Aceptemos también que “El príncipe de las tinieblas”, “Rescate en Nueva York”, “Están vivos” o incluso “Golpe en la pequeña china” contienen suficientes elementos y referencias como para convertirlas en apreciables películas de culto. Pero coincidamos también en que durante los últimos diez o quince años el bagaje del maestro se tambalea un poco; “Fantasmas de marte”, “Rescate en L.A.” e incluso “Vampiros de John Carpenter” no están a la altura. Y la presente “The Ward” certifica esto último.

“The Ward” narra la historia de Kristen, una chica a la que vemos correr en camisón por el bosque para acabar prendiendo fuego a una granja abandonada. Capturada por la policía será llevada hasta un hospital psiquiátrico donde conocerá a otras cuatro internas con las que tendrá que confraternizar para tratar de escapar. Sin embargo, además de los celadores hostiles, las enfermeras con mala uva y el condescendiente psiquiatra, se interpondrá ante ella algo mucho más peligroso y sobrenatural.

Lo cierto es, que desde que empieza hasta que termina se tiene una constante sensación de deja vu. Toda la película nos recuerda demasiado a otras parecidas, ya sea por estar ambientadas en psiquiátricos donde a la mínima te pasan unas corrientes por el cráneo o por incluir esa criatura que pretende acabar con todas las internas y que, se intuye, guarda algún tipo de relación con ellas.
El desarrollo en plan body count tampoco añade original ni frescura a la propuesta y, salvo alguna escena de suspense bien trabajada y una calculada dosificación de los sustos, “The Ward” avanza hacia su desenlace de forma trabajosa y volviéndose incluso repetitiva al convertirse en su tercio final en un continuo de intentos de fuga infructuosa por los mismos pasillos y los mismos sótanos.

Pero sin duda lo peor de todo sea el desenlace. Como si de repente Carpenter jugara a ser Night Shyamalan, el final de la película se retuerce en una vuelta de tuerca (se supone que inesperada), para darle un sentido a la historia que descubre el por qué al principio la protagonista quemó aquella granja y, ya de paso, el por qué de los elaborados y, muy buenos, créditos iniciales.

Pienso que el problema actual de John Carpenter es el de que su leyenda ha superado a su propio talento. Aclamado por sus fans (entre los que me encuentro) como el último gran maestro del fantástico, se ve atrapado en un laberinto del que es difícil escapar ya que, a la edad que tiene, creo que hace tiempo que dejó de tomarse lo del cine tan en serio o de una forma tan ambiciosa como su público parece esperar y a ello hay que sumarle que, esa expectación fandom nunca le ha convertido en un cineasta por el que las productoras se den de patadas. Más bien al contrario, hoy por hoy Carpenter puede conformarse con realizar alguna película cada cinco o seis años y, como siempre, con un presupuesto muy ajustado. Esperar que cada una de ellas sea una nueva obra maestra es absurdo. Ni a Spielberg se le pide eso, aunque claro, dirige una película por año.

Para concluir os diré lo que un compañero de prensa me comentó al acabar la sesión; si esto mismo lo hubiera rodado cualquier otro director, en lugar de aplausos habríamos escuchado abucheos o silbidos. Sinceramente, yo también lo creo.

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